sábado, 30 de junio de 2012

La lista de Schindler

“La lista de Schindler”. La he debido ver, al menos, cuatro veces. El otro día la volvieron a emitir en televisión, y ahí estaba yo de nuevo. No hay vez que la vea que no termine con un cóctel de emociones difícilmente digerible: impotencia, frustración, tristeza, esperanza.


Impotencia, porque no entiendo como el ser humano pudo ser, y seguir siendo, tan inexplicablemente cruel.


Frustración, porque parece que nada podemos hacer para que estas situaciones no se vuelvan a producir. Como si viviéramos en un deja vu constante. Cuando no es por allí es por allá, pero nunca, nunca lo suficientemente cerca como para que nos afecte demasiado.


Tristeza, porque....¿por qué? … pues porque sí. Creo que cualquiera que la vea es imposible que no la sienta, y si no la siente, sinceramente, se lo tiene que hacer mirar.


Esperanza, porque siempre existen en estas situaciones héroes, personas generalmente anónimas, que intentan que se produzca un cambio. “El cambio”.



Oskar Schindler, cambió. En principio su actitud fue interesada. Lo único que veía en aquellos judíos era mano de obra para su fábrica, para hacer dinero, y de paso evitar ser enviado al frente. Cambió, y con ese cambio, también, puso en riesgo su vida.

A ver si alguna vez se consigue que el mundo sea de los héroes y no de los villanos.

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