domingo, 30 de diciembre de 2012

Deseo más, deseo menos


Llegando a la recta final de este 2012, y después de compartir casi medio año de este blog con vosotros, os quiero dar las gracias por las visitas y los comentarios (¡¡¡a ver si el año que viene os animáis más!!!), también aquellos que me han llegado “off the record”;-) 

Aquí os dejo la lista de deseos para el año que viene.


Deseo menos guerras y más paz.
Menos soberbia y más humildad.
Menos egoísmo y más generosidad.

Deseo más valor y menos cobardía.
Más sinceridad y menos hipocresía.
Más justicia y menos tiranía.

Por supuesto, aderezado con unos condimentos indispensables que son mucho AMOR y SALUD.

Así pues, el día 1 a las 0.00 levantaré mi copa de cava (lo soy más que de sidra) y brindaré por todo ello. Y por todos los que me han acompañado durante este año compartiendo todas esas cosas de las que se compone la vida: conversaciones, silencios, exposiciones, copas, cervezas, paseos, viajes, risas, lágrimas, cafés, cenas, comidas, teatros, cines, conciertos, cursos,....

                               ¡¡¡¡¡¡FELIZ AÑO!!!!!!


viernes, 21 de diciembre de 2012

Iba a ser que hoy no tocaba


Eran las doce de la mañana cuando decididamente estaba claro que hoy no sería el fin del mundo. En Nueva Zelanda ya era día 22 y no había pasado nada. Luego pensé: "¿Y sí al ser una predicción maya esta se rige por la hora mexicana?" ¡Hay que esperar hasta las 6 de la mañana del día 22! ¡Uf, qué pereza! Y más teniendo en cuenta que mañana en España se produce otro evento que para más de uno será el comienzo de otro mundo bien distinto.

¿Y si me toca y me coge con la resaca de la espera de un hipotético fin? ¡De eso nada! Si eso ocurriese tengo que estar en plenas facultades para llevar a cabo mi lista “Cosas que hacer si me toca la lotería”. De todas formas me temo que la probabilidad de que me toque la lotería y de que hoy fuese el fin del mundo debe ser aproximadamente la misma.

Sólo espero que la suerte se reparta entre las personas que realmente lo necesitan, que son muchas, y no sobre los Fabras que todos los años nos quieren hacer creer que tienen un hada lotera.

¡Suerte!


domingo, 16 de diciembre de 2012

No, sin mi móvil...arggg!!!


Madrid. 8:00H. Andén de cualquier estación de metro. Silencio. Unas luces aparecen por el negro túnel, el tren se acerca. Las puertas se abren. No hay asientos libres, como todas las mañanas a estas horas. Acomodo la espalda en una de las puertas del lado opuesto al que he entrado. Observo. Todos están concentrados mirando la pequeña pantalla de su Smartphone. Algunos se conocen, lo sé porque apartan la vista ligeramente de la pantalla, pero solo por un instante, el suficiente para mirarse y esbozar una sonrisa sin cruzar ni media palabra. Así pasan quince minutos y seis estaciones.

Madrid. 14:00. Restaurante. Entro con mi acompañante. Nos sentamos en una mesa apartada junto a la pared. Observo. Cuatro mesas ocupadas. Dos personas en cada una de ellas. En dos se come en silencio. En la más lejana uno de los comensales habla animadamente, el otro sujeta el teléfono con la mano izquierda y con la derecha el tenedor. En mi propia mesa, mi acompañante sostiene el teléfono con la derecha, no parece que tenga mucha intención de escuchar nada de lo que voy a contarle, aunque en mi apremiante llamada decía que era urgente. Necesitaba hablar, pero sobre todo que me escucharan.

Madrid. 19.28H. Teatro Príncipe. Un minuto para que comience la obra. Silencio. La platea a oscuras, si no fuera por las decenas de minúsculos resplandores.

Madrid. 19.35H. Teatro Príncipe. Música en la lejanía del último hit parade de David Guetta.

Madrid.19.53H. Teatro Príncipe. Sonido de recepción de un mensaje.

Madrid.20.05H. Teatro Príncipe. Sonido de lo que parece el piar de un pájaro, seguramente de la recepción de un whatapps.

Madrid.20.27H. Teatro Príncipe. Sonido de recepción de mensaje.

Madrid.20.43H. Teatro Príncipe. Música del himno del Real Madrid cinco butacas a mi derecha.

Madrid.20.54H. Teatro Príncipe. Sonido lo que parece el tañido de una campana, seguramente de la recepción de un whatapps.

Madrid. 22.37H. Restaurante en el centro. Ni una mesa vacía. Murmullo de conversaciones cruzadas. Observo. Todos hablan pero no por ello dejan de mirar de reojo a un pequeño aparato encima de la mesa, que en cuanto da señales de vida, surte el hipnotizante efecto de dejar a un lado la conversación.

Madrid. 1.13H. Parte trasera de un taxi. Durante todo el camino a casa, unos veinte minutos, el móvil del taxista no ha dejado de vibrar a la vez que emitía un estridente y exasperante sonido.

Madrid. 1.37H. Abro la puerta de casa, un calor reconfortante me saluda. Me quito el abrigo, el gorro y los guantes. Voy al servicio, levanto la tapa del inodoro, cojo el móvil entre el pulgar y el índice. Lo lanzo sin remordimiento. Tiro de la cadena. Se resiste a irse. Tiro otra vez. No hay manera. Tiro por tercera vez. Ahora sí.


Hay veces que te dan ganas de hacer lo que propone este relato de ficción; de ficción el último hito porque el resto se desvía muy poco de la realidad. No somos conscientes de que forma tan sutil el móvil se está adueñando de nuestro tiempo. Por supuesto que no lo demonizo, yo también lo utilizo. Poco a poco se va cayendo en una dependencia imperceptible de la que solo eres consciente cuando , por cualquier motivo, no lo llevas contigo. ¡Al salir  de casa te aseguras de que llevas el móvil encima antes que las propias llaves! 

Hace unas semanas el whatsapps estuvo caído por unas horas. Seguro que más de uno pasó un mal rato, y esto da que pensar. Me pregunto : ¿qué es lo que hacíamos hace no más de 5 años?


jueves, 6 de diciembre de 2012

La palabra exacta



El microrrelato es un género literario complicado, muy complicado. No debe tener ni una palabra de más ni una de menos, y además todas deben encajar a la perfección. Saber colocar la palabra exacta en el lugar exacto, esa que debe ser y no otra. La búsqueda de la palabra díscola y esquiva puede llevar días. 

Hace unas semanas me descubrieron a Raúl Brasca en la presentación de su último libro “Las gemas del falsario”. Me gustaría compartir aquí uno de esos microrrelatos ("Hombre que piensa") en los que cada palabra ocupa su lugar, en el que nada sobra ni falta. Me parece simplemente genial. Espero que os guste. 

"Pienso en las migraciones. La magnificencia de una enorme bandada que de golpe levanta vuelo para recorrer medio planeta, el intimidante abandonar la caverna de millones de murciélagos en busca de condiciones más benignas, la monumental traslación de las ballenas que cruzan el océano para reproducirse, la entereza de los grandes pueblos que atraviesan el desierto para alcanzar una ribera. 

Pienso, más precisamente, en la multitudinaria compañía que vence a la soledad: en el ruido de muchas alas, en la felicidad de abrigarse unos a otros, en la alegría de ir todos en la misma dirección. 

Porque quiero poder siempre seguir a la manada, no ser nunca un ave vieja que sucumbirá al invierno, ni un murciélago al sol que desespera, ni una ballena en la playa mientras el agua se aleja, ni un hombre triste que ha perdido el paso y mira impotente cómo se le va el mundo."