Seguro que os acordáis
de la película “Atrapado en el tiempo”. Un meteorólogo (Bill
Murray) y una redactora de un medio de comunicación (Andie McDowell)
acuden al pueblo estadounidense de Punxsutaney para retransmitir el
comportamiento de una marmota al salir de su madriguera. Según la
cultura popular , si la marmota no ve su sombra, al tratarse de un
día nublado, dejará la madriguera , lo cual significa que el
invierno terminará pronto. Por el contrario, si se trata de un día
soleado, la marmota verá su sombra, de modo que volverá a la
madriguera y el invierno se alargará por seis semanas más. Por
circunstancias ajenas a su voluntad, meteorólogo y redactora tendrán
que pasar la noche en el pueblo, y a la mañana siguiente reviven el
mismo día, y así un día tras otro.
Después de esta
película, cuando alguien dice: “esto es como el día de la
marmota”, y yo lo suelo decir bastante, todos sabemos lo que significa.
Pues bien, yo tengo mi
particular “día de la marmota” todas las mañanas.
Parte del recorrido hacia
mi trabajo lo hago en coche. Para vivir en Madrid tengo que decir que, salvo en contadas ocasiones, no sufro demasiados atascos. Pero hay un acceso a una de las carreteras principales en el que sí que me encuentro con un pequeño embotellamiento. Lo sobrellevo
bastante bien porque normalmente no tardo más de cinco minutos en
salir de él. Además soy una persona bastante tranquila al volante,
no me sulfuro, ni toco el claxon, ni me enfado, ni me pico con nadie,
ni nada por el estilo. Estoy con mi música tan tranquila.
Aún así, esos cinco
minutos sacan lo peor de mí. ¿Por qué? Porque siempre hay
unos listooossss y listaaasss que para no padecer lo que el resto de
los mortales avanzan delante de mis narices por el arcén. Los veo acercarse por el retrovisor derecho. Cuando pasa el primero
comienzo con la letanía : “”
, al rato el segundo, “”,
el tercero “”....
Al mismo tiempo mi imaginación se dispara. Pienso que no hubiese
estado mal colocar la noche anterior una banda de clavos de esas que
pinchan las ruedas. De modo que cuando me adelantasen, con esa sonrisita de superioridad y pensando que todos los que estamos esperando pacientemente no somos más que unos prigandos, la pudiera
activar. "Ploff..ploff..ploff..ploff”...”¡¡¡Qué penaaa!!!... se
te han pinchado las cuatro ruedas”.
Los
días que me levanto de peor humor llega un momento el que que ya no
aguanto más, así que en cuanto puedo desplazo mi coche hacia la
derecha y me pongo en medio del arcén para que no puedan seguir
pasando. ¿Y qué es lo que pasa entonces? ¡¡¡Que me pitan!!!
¡¡¡Pero tendrán poca vergüenza!!! Arrrgggg!!!!
Desde luego de lo que carecen estas personas es de la empatía que hablaba el post de hace unas semanas.