Me
ha costado terminar de escribir este post. A cada rato paraba,
resoplaba, juraba en hebreo;
la indignación se incrementaba exponencialmente según el número de
líneas aumentaba.
Esta
mañana, como todas la mañanas, he echado un vistazo a los titulares
del periódico. Más o menos lo de siempre, hasta que me he dado de
bruces con la noticia sobre Beatriz, una mujer salvadoreña de 22
años a la que se le impide interrumpir el embarazo. En El Salvador
el aborto está prohibido, bajo cualquier circunstancia, con penas de
hasta 50 años de cárcel a la mujer que lo lleve a cabo y 12 para
los médicos que lo practiquen.
Y es que el asunto clama al cielo
(¡qué paradoja!). Beatriz padece lupus y una enfermedad renal,
consecuencia de este, que pone en grave riesgo su vida de continuar
con la gestación. Si además a esto añadimos que el hijo que
espera, desgraciadamente, sufre una anencefalia (ausencia de parte
del cerebro) y por lo tanto su supervivencia después del parto es
casi nula, es entonces cuando...juras
en hebreo. Continúas
leyendo la noticia. La propia ministra de salud del país ha solicitado a la
justicia que se le otorgue un permiso especial para poder abortar sin
que ella ni los médicos que la atiendan sean castigados. ¿Quién
pone las trabas entonces? Pues los de siempre, la Conferencia
Episcopal salvadoreña ha manifestado que en ningún caso la
interrupción del embarazo está justificada; y no conformes con esto
han acusado a las organizaciones de mujeres y de derechos civiles
(tales como la ONU o la Corte Iberoamericana de los Derechos Humanos)
de utilizar la enfermedad de Beatriz para manipular al Gobierno y
“empujar” a despenalizar el aborto en ciertos supuestos. Es
surrealista que un conjunto de varones que se encuentran fuera de la
sociedad, que viven anacrónicamente, sean los que constantemente nos
quieran aleccionar sobre qué es lo correcto y cuál es el camino de
la “salvación”. Para mí que ya han perdido ese camino si no ven con claridad que en este caso en
concreto - no voy a decir nada de lo que piense u opine cada cual al
amparo de sus creencias religiosas- estamos hablando de un trato
cruel, inhumano y degradante; eso que ellos, supuestamente , tanto
detestan.
Me
gustaría saber que opinarían aquellos que forman parte de esa
Conferencia Episcopal si Beatriz fuera su hermana, cuñada, prima, hija,
nieta…ay!!! perdón, menudo lapsus, si no pueden tener hijas ni
nietas, al menos legítimas o reconocidas. Eso sí, sobrinas y
sobrinos, eso sí que tienen ...¡Qué hipocresía!...bueno, la de
siempre.
¿Y
en España, qué? Con la nueva ley que Gallardón quiere implantar
empezaremos a ver, también, cosas como esta.
* Por favor, los que estéis en contra de esta barbaridad firmad en la web Amnistía
Internacional, a ver si con la presión internacional se puede conseguir algo. El tiempo apremia http://www.es.amnesty.org