martes, 3 de julio de 2012

Klimt, bien vale un viaje



Este año se celebra el 150 aniversario del nacimiento de Gustav Klimt y, para conmemorar dicha fecha, Viena se viste de gala organizando distintas exposiciones, conciertos y actividades relacionadas con el artista.

Estuve en Viena hace bastantes años, y tengo que confesar, aún sabiendo que más de uno se escandalizará, que no me gustó nada de nada. Todo es tan blanco, tan perfecto, tan limpio, tan en su sitio, tan empalagoso..como lo son las empalagosas tartas nupciales. Todo tan Sissi Emperatriz. Demasiado para mí.

Ahora bien, queda indultado de lo anterior el Palacio de Belvedere, no por el palacio en sí mismo, que al fin y al cabo es como todos los palacios -deducís que tampoco me gustan los palacios-, sino por el contenido del mismo. Allí se encuentran algunos de los cuadros más importantes de Klimt , “El beso” incluido.


Me impactó, me impactó de verdad. Permanecí muchos minutos contemplando cada detalle. Sí, sí...lo observé mucho más que cualquier otro que haya visto en mi vida, y he visto muchos, famosísimos , famosos y no tanto, en muchos lugares del mundo.

Como él sostiene la cabeza de ella de forma tan grácil, pero a la vez tan apasionada. Como ella con su mano izquierda sujeta la de él y como la derecha la deja caer sobre el cuello, dejándose llevar. ¿Por qué los pies de la mujer están justo al borde, de lo que parece, un precipicio? Desde luego ese detalle no es casual; como tampoco lo es que los dibujos de las ropas del hombre sean rectángulos y los de la mujer círculos. Para mí todo el conjunto transmite tanta dulzura, tanta pasión, tanto amor.

Viena es el Palacio de Belvedere. El Palacio de Belvedere es Klimt. Klimt es “El beso”....y hay besos que bien merecen un fin de semana en Viena.

Habrá que pensarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario