domingo, 14 de octubre de 2012

Recuerdos

La mente y los recuerdos. Los sonidos y los recuerdos. Los olores y los recuerdos. Los sabores y los recuerdos.


Es curiosa la relación unívoca, que va surgiendo a lo largo de nuestra vida, a ciertos sabores, olores o canciones. A buenos y malos momentos. A buenas y malas vivencias. 


Cuando los momentos evocados son buenos, y de repente surge ese olor, esa canción, ese sabor…esbozas una sonrisa, cierras los ojos y te dices : ¡qué bueno! 

En cambio cuando lo recordado no es tan bueno, te evades. Huyes. Intentas, con todas tus fuerzas, no volver jamás a probar esa comida, a escuchar esa canción, a oler ese perfume o esa flor. El recuerdo duele. 

Lo bueno de esto último es que, normalmente, más tarde o más temprano, un día , sin querer, de rondón, vuelves a escuchar esa canción , a probar esa comida, a oler ese perfume o esa flor, y no ha producido ningún efecto en ti. 

Y es entonces, en ese preciso instante, cuando igualmente esbozas una sonrisa, cierras los ojos y dices: ¡qué bueno!


1 comentario:

  1. A veces, cuando has huido mucho, llega un día en que empiezas a sentirte verdaderamente cansad@.
    Ya no estás dispuest@ a ser un fugitiv@ y, además, ya no tienes energía para correr con la urgencia que tu instinto te demanda, estás agotad@.
    Ese día te plantas y dices... "¡ah! que hay que pasar por esto." Pues venga ¡vamos! a sentirlo todo, sin reservas.
    Te entregas enter@ a esa experiencia que llevas tanto tiempo eludiendo y... zás! se produce la magía. Lo experimentas, te atraviesa, se va y acto seguido te preguntas: ¿y esto es de lo que llevo tantísimo tiempo huyendo? Y te das cuenta de que sólo huías de tu miedo a sufrir, del miedo a la aniquilación de lo que consideras una parte tuya que quieres conservar intacta, de la ilusión del ego de que puede controlar la vida.
    Be water my friend!
    Curiosamente, esa huida es lo que llamamos sufrimiento.

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