¡Se acabaron!, y más de uno añadirá: ¡por fin! Me pregunto a cuántas personas las fiestas navideñas les gustan. Pero gustar, de verdad. Que disfrutan de la aglomeración, de las compras desenfrenadas, de los miles de compromisos, de los empachos, de las resacas, de las luces, de los adornos navideños, de los atascos, ... En mi entorno, más o menos cercano, el comentario más extendido durante estos días ha sido: ¡estoy deseando que llegue el día 7! Y lo que es más, este comentario se repite año tras año.
Por no hablar de los tradicionales propósitos de primeros de año que, normalmente, nunca llegan a cumplirse: dejar de fumar, ir al gimnasio, empezar la dieta (siempre después de Reyes, ¡no vaya a ser que nos quedemos sin probar el roscón!), apuntarse a clases de inglés, ordenar el trastero,…¿Y si probamos a que el primero de año puede ser cualquier día?¿Por qué siempre se espera al año que viene? ¿No es el tiempo estructurado en minutos, horas, días, semanas, meses, años,... una invención del hombre?¿Por qué no puede ser el 1 de Enero un 20 de Abril?
¡Bienvenidos al 2013! ¡Bienvenidos a la normalidad!

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